miércoles, 7 de marzo de 2012

Mujer


La comercialización del Día de la Mujer plantea una gran dualidad. El olvido de las verdaderas razones de su existencia y la pérdida de su valor.

Si hay un día donde las mujeres “deben” ser agasajadas no corresponde vincularlo con una cuestión de género porque caemos en la tentación de convertirnos en machistas. Sería más prudente poder relacionarlo con una lucha justa que pondere a la mujer no por ser mujer sino, simplemente, por ser.

¿Siglo XXI?

Si. Y no por una cuestión de tiempo hemos evolucionado.

El respeto hacia la mujer no debe significar un cuidado extremo debido a nuestra fragilidad frente al hombre, sino por una condición real y justa de lo que somos y lo que podemos llegar a ser.

La mujer ha parido grandes hombres, los ha educado, los ha criado, los ha llorado. Aquella mujer, la misma, jamás dejó de parir grandes mujeres. Las hizo madres confiándoles cuidado. Las hizo fuerte ante la pérdida, las hizo insistentes ante la lucha, las hizo humildes frente a su propia grandeza. La mujer ha esperado porque cree, ha escrito grandes obras, ha cantado emocionando, ha descansado para seguir trabajando, ha sufrido para fortalecerse, ha hablado hasta quedarse sin voz.

Deberemos entender todos de una vez que el homenaje que merece la mujer no debería justificarse desde la posición de género, sino desde el humano. Crezcamos. Maduremos. La historia nos ha enseñado que pueden nacer grandiosos hombres que cambien el mundo y que, también, pueden nacer maravillosas mujeres dignas de intentarlo cambiar.

No esperemos del hombre su entrega hacia la igualdad. La igualdad de condiciones, de palabra, de voto, de admiración, de posición, de poder, de gloria, de oportunidad,  no debería ser nuestra queja ni nuestra búsqueda. La igualdad debería ser nuestra virtud. 

miércoles, 29 de febrero de 2012

El ansioso velero


Desprovista de desprecios, fluye en su mente una desilusión constante. Largas pausas, inquietantes pensamientos. El límite que traspasa lo que puede, que arremete lo que quiere. Hielos derretidos que la envenenan de aquello que no ha sido, la arrincona y, suavemente, la absorbe.

Grita. El espanto la silencia.

La desesperación jala entre sus ojos en forma de lágrima, la convierte en debilidad y de repente, vuelve a gritar.

A lo lejos, un velero anuncia un nuevo paisaje y el horizonte se dibuja oscuro. Las olas sólo se oyen, hay entre sus manos un sudor ardiente que se amiga con el viento. Hay en sus labios sed de calma.  

Frágil. Se derriten sus misterios.

Ya es de noche. Sentada sobre arena blanca, espera. Espera en sus íntimos encuentros, espera en sus repetidas ilusiones. Sus dedos trazan mensajes en el aire, en sus suspiros se estremece su sueño. No duerme.

El velero se acerca. Inquieta se descubre sobre sus piernas, el amanecer ya ha esperado demasiado. Corre. Sus pies ya están mojados y agitados se funden con el mar. Vuelve a suspirar.

Aquel velero ha cruzado un furioso mar y jamás ha dudado.  

Navega. Sonríe. Sus pies ya se han secado. 

jueves, 29 de diciembre de 2011

Páginas con alas


El libro recién escrito y una historia con olor a nuevo reflejados en la mesa añeja donde descansaban vasos oscuros y aguados. El cuadro de una mujer que habitaba el lugar, retratos de familiares extraños, paredes manchadas de tiempo, jarrones empolvados de recuerdos y otra foto con el rostro de la misma mujer.

Una casa rodeada de montañas heladas que, acompañadas de árboles solidarios, confundían al cielo en su reflejo hacia el lago. La tranquilidad de las ovejas era el espejo de aquel silencio ermitaño, sólo el viento fundaba la melodía y creaba un concierto natural para los oídos.

Un cansado muchacho descansaba en el sillón, sus ojos cerrados marcaban el precio de cada página. La duda estaba en su sueño, algo un poco extraño o algo demasiado cercano. Su boca sin palabras significaba ganas de callar, ya había escrito suficiente. Sobre el piso reposaban hojas profanadas por infortunios de imaginación y declaraciones lastimosas por algún pasado error.

Las hojas colmadas de puntos y comas apuñalaban la verdad, la condecoraban y la exigían. Allí había razones, había aciertos y se acumulaban torpezas. El comienzo simulaba intriga, cien hojas después aullaba desconcierto y llegando al final confiaba venganza. Pero aquellas páginas no sabían que esa venganza se había escrito en papeles que el viento atraía desde la ventana. 

jueves, 22 de diciembre de 2011

TESTAMENTO DEL MUNDO


Si el fin del mundo verdaderamente sucediera en el 2012... el mundo declara: 

Perdón por:


La excesiva producción de sidra.

Haber esperado tanto por el derecho igualitario entre géneros.

Los controles en aeropuertos que no permiten desodorantes ni encendedores.

Los hombres irrespetuosos, no saben lo que hacen.

El fernet coqueado, las fiestas sin reggaetón y las fotos después de las 2 de la mañana.

El transporte público que te dejó pagando, la inseguridad que mató hijos y el egocentrismo que repudió que pensaras diferente.

El precio del tomate, la multiplicación de los feriados y por tardar en cargar pelis en Cuevana.

Los pesimistas y cobardes que jamás lo intentarán.



Máximas:

Hay más de siete maravillas del mundo, las encontrarás cerca.

Los tsunamis y terremotos son muestra de mi enojo.

Matar no justifica el encuentro con la paz.

Chaplin lo ha enseñado: a veces, callar es bello.

La curiosidad puede matar al gato y también descubrir América.

Ha habido pocas Juanas de Arco, sólo una Madre Teresa y demasiadas Anas Bolenas.

El odio creó el Holocausto y lanzó la bomba a Hiroshima.

El amor le dio esperanza a Penélope e inspiró a Neruda.


De nada por:

Los voluntarios que cuidan, alimentan y enseñan a los más necesitados.

El fascinante arte del cine, Ryan Reynolds, Ryan Gosling, Bradley Cooper y sus pectorales.

El arte, Shakespeare, Miguel Angel, Borges, Hemingway, Mandela, Luther King, Beethoven, Walt Disney y otros genios.

El mar que nadaste de noche, la montaña que decoró el mejor paisaje y el cielo que te permitió volar.

El Barza, la NBA, los All Blacks, Roger Federer y las gigantografías de David Beckham.

Londres, París, New York, el Caribe, la vuelta al mundo y los encuentros extranjeros.

El papel, el teléfono, los libros, internet, Google, Facebook, Twitter, desde Gutenberg a Jobs.

Los brindis, el Martini, la cerveza, el mojito y el tequila.

Los optimistas y valientes que jamás dejarán de soñar.



ALGUNOS CREERÁN EN EL FIN DEL MUNDO…

PARA MÍ ES LA OPORTUNIDAD DE VIVIR MÁS INTENSAMENTE…



Gracias por este año glorioso… me duele el cuerpo de tanto bailarlo!!

Amor y paz a ustedes y sus familias


FELICES FIESTAS!!!


Con todo cariño…

Agus

martes, 6 de diciembre de 2011

Mareas


De tan sólo minutos renacen erguidas
centellas de noches que acarician y sanan.
Agua calma, agua en guerra,
paz que implora mi rabia, me recusa.
Furia que apacigua en oscuridades lejanas,
esclaviza mi osadía, la sumerge, la purifica, la trasciende.
Misterios de otro oriente
tiemblan en un abismo no olvidado, me inmortalizan.
Recorriendo mis miedos el tiempo fluye,
disimula, arrebata, no desprecia.
Gigantes olas poco añoran, pegan, duelen,
y se vuelven a ir. Sonrío.
 Ingratitud inexistente, vacía.
Gratitud del noble, del hombre.
Fantasías que no eran, aparecen,
juegan, se rehúsan a marchar.
En el azul imprevisto, bajo las mismas estrellas,
caen otras gotas, se besan sedientos deseos,
llueven nuevos y sencillos poemas. 

martes, 8 de noviembre de 2011

Con todo respeto



¿Qué esconde detrás de su apariencia? ¿Qué es tan fuerte en él que no se pueda subsanar? ¿Hasta cuando su poder impedirá pasos? ¿Cuál es la cura? ¿Y su condena?

Será la imagen que recorre tras mis vuelos, alas y amaneceres que hacen tumulto en mis entrañas. Cuentos. Lo que fue. Lo que pudo ser. Lo que será. Miles de vientos frescos que reflejan su espacio, castigan en la mente, aprisionan, empalagan.

Volar, subir, correr. Frenar. Caminar. Pensar. Súbitamente, con calma en rostros extraños, enmudecer. Disfraces que divagan en nuestra imaginación, nos arrinconan, nos oscurecen, no perdonan.

Decir que sí. Equivocarse. Decir que no. Equivocarse. Responder. Preguntar.

La vergüenza y la fragilidad. Debilidad de no poder sostenernos.


Juego. Azar, suerte, estrategia. La gloria de lograrlo o la desilusión de no intentarlo. Jugarse por el otro, por uno. No arriesgar, arriesgarlo todo. 

Culpa. Razones que sobran y no justifican.

Truenos cercanos que se escuchan a lo lejos. Música de película que ambienta la compañía de una noche. ¿Quién? ¿Será suficiente? Lo ultrajado de nuestros actos, lo invisible de nuestros secretos, lo helado de nuestro destino.

Calles mojadas de una ciudad sin horizontes, plazas solitarias de una noche de verano, peatones olvidados, símiles sin límites. Un recorrido nocturno sin faroles, sin prisa.

Conteo de segundos eternos. Años pequeños que se volaron con un soplo de canela. Años enormes que pesan. Volver. No volver. Querer. No querer. Haber aprendido lo equivocado. Haber recibido más de lo dado.

Desde montañas frías, solemnes, magníficas. Adrenalina de un salto jamás hecho, de un paisaje jamás soñado. Cerca de las nubes, flotando sobre burbujas que trascienden posibilidades. Te aferra, flotas, miras hacia abajo.

Fábulas y mitos que tu mente reposa desde la experiencia. ¿Verdad? ¿Mentira?

Fracaso, desahuciado final, respiración perdida, injustica. ¿Por qué?

Mañana, la próxima hora, el minuto que sigue. La vida aún desconocida. Futuro. ¿Seguir? ¿Probar? Contradicciones desde la no certeza, desde un minúsculo sexto sentido que acaricia lo probable. ¿Y si es? ¿Y si no es?

Drama. Infortunios, llantos desesperados, soluciones perdidas en problemas simples. Soluciones difusas en problemas inmensos.

Miedo.

A veces como una niña que añora su diminuta luz de noche. A veces como una mujer que crece en tiempos pasajeros.

Miedo, si no impides mi gozo, sólo serás un fantasma al que, cuando yo era pequeña, le había encontrado un nombre imaginario.   

lunes, 24 de octubre de 2011

Las cuatro de la mañana


Un roce tenue de apariencias que no mueren. Un sonido inesperado saluda desde un destello de luz. Han sido minutos de ojos cerrados, un profundo y solemne sueño que despierta en voces nada extrañas.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y completa.  

La ventana se cierra con el natural viento. El silencio del simple paisaje arrincona los placeres, los acobija, los guarda. El reloj se adormece, el tumulto de las sábanas despoja temores y aquellos labios son viejos conocidos.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y arde.

No existen misterios para la liviandad de palabras, no hay enojos ni promesas injustas. Aquella seca flor colorea lo sepia, el primer tacto aún late, las miradas se ciegan. Untado sobre un termómetro confundido los grados vierten deseo, se apaciguan, sorprenden, recuerdan.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y no lastima.

Lentamente me entiende. La lejanía no logró forzarlo extraño, el tiempo lo coronó en todo lo que quema. Fuego. Fugacidad eterna, bella contradicción. Lágrimas jamás derrochadas, poesías implícitas.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y no miente.

Se han derretido los hielos, los vasos viven medio llenos. Algo impidió vaciarlos. Las pausas dejan de ser incómodas porque no han aparecido. Fluye, así como el río aligera su encuentro con el mar. Corrientes de furiosas aguas que se apaciguan paulatinamente.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y son las cuatro de la mañana.

Suena. Arde. La piel no ha cambiado. Llama. Cede. Las excusas aún no han nacido.