miércoles, 14 de junio de 2017

Había olor a Buenos Aires.

El sillón era de cuero. Un marrón oscuro que no combinaba con la alfombra. Una lámpara sentenciaba la noche y el humo del café se evaporaba. Había cierto olor a Buenos Aires. Había Buenos Aires. Mis pies, inquietos. Mis manos, entre libros, húmedas. Pidió que mi voz honre a Joyce, Kipling, Macedonio, Bioy Casares, Wilde, Stevenson y Poe.

Los pantalones arrugados en su muslo descubrían las medias. Ciego, tan despierto.

Sus manos se lucían una arriba de otra sobre un viejo y lustrado bastón. Ciego, tan despierto.

Aprobaba y desaprobaba el arte con la misma mueca. Ciego, tan despierto.

Madrugada. Había olor a Buenos Aires.

Yo seguía leyendo. El sillón, vacío. Él estaba en mi sueño.

14 de Junio, a 31 años sin Borges. Perdón. A 31 años de inmortalizarse en libros.