jueves, 22 de enero de 2015

Raramente normal



No es una cuestión de religiones, de fe ni pensamientos metafísicos. Ya no creemos ni en los hechos fácticos. No creemos en las casualidades sociales ni en la rectificación de la ciencia, no creemos en los veredictos judiciales ni en la culpabilidad del que queremos libre. No le creemos ni al marido fiel ni a las cervezas sin alcohol ni a las gaseosas sin azúcar.

No creemos por cansancio y por resignación. En esta comedia dramática las muertes son sólo parte de un misterio que a alguien le causa gracia. No podemos creer porque sabemos que detrás de escena hay maquilladores que cubren arrugas.

Ya no es una cuestión partidaria, ahora es contagiosa y dañina. Una situación que nos desprotege como ciudadanos, nos empuja al desamparo y nos murmura nuevamente: la verdad estará siempre en duda.

Puede haber un vicepresidente burlándose al costado del sillón de Rivadavia. ¡Pobre Rivadavia, los pesos que ha tenido que soportar!

Puede existir una red de tratas. Degenerados sobran y no alcanzan los adjetivos para esa sobra.

Puede desaparecer cualquier persona, no importa su cargo, su edad, su profesión o su nombre. Todo mafioso consigue un mago con nuevos trucos.

Pueden archivarse casos judiciales, hasta se pueden perder u olvidar. Tenemos personal de limpieza muy profesional y con buenas propinas.

Se puede inundar La Plata, quemar las Sierras Cordobesas y cortar la luz durante semanas. Nuestro fuerte no es la prevención, no podemos ser fuertes en todo.

Se puede morir de hambre Néstor en el Chaco. Los responsables son personas con un Smartphone difícil de importar que no tiene suficiente señal para comunicarse con el norte.

Se puede robar en la calle, en las casas, en los edificios, en los comercios. Somos un país solidario y lo que es de uno debería ser de todos.

Puede un anciano vivir de su jubilación. Hace falta un Máster en proyección financiera y administración de recursos básicos.

Se puede comprar y vender droga, de la “buena” y de la “barata”, por gramos o por kilos. Quizá todo es una fábula, no es tan peligrosa y a la droga le hicieron mala fama.

Parece todo creado por un George Orwell resucitado que escribe en sus noches mientras bebe un vermut.

Ay! Qué belleza eso de lo raramente normal!

Todo se puede. Incluso determinar que una muerte que moviliza al país es sólo una cuestión de carátula y no de fondo. Que seamos un país enfrentado por los que quieren “suicidio” y los que quieren “homicidio”, actuando como barras bravas del destino ajeno.

Todo se puede. Incluso leer un comunicado con pobreza gramatical de nuestra legítima Presidenta y publicada en una red social de escasa seriedad.

Todo se puede. Incluso desviar la atención de un atentado gravísimo de la historia nacional e internacional. Desmoralizar víctimas y encubrir culpables.

Todo se puede. Incluso pensar en la hegemonía de los intereses republicanos. Creer que el poder tiene límites, es previsible y manejable.

Todo se puede.

Hasta podemos creer que volveremos a olvidar y la amnesia colectiva nos dejará justo allí, en el mismo lugar donde alguna vez lo raro no fue tan normal.