jueves, 22 de octubre de 2015

Bloqueada



Hace unos meses descubrí que nuestra Presidenta, sí, NUESTRA, me había bloqueado en Twitter. Por un momento me creí importante pero tengo pocos seguidores y escasa repercusión. Luego dudé de las causas, jamás escribí agravios ni insultos, de hecho jamás le falté el respeto. Sin embargo, al final, no me sorprendió.



Ese bloqueo, pequeño e innecesario, habla más de ellos que de mí.



Este Gobierno nos bloquea. Escucha sólo elogios, silencia la crítica.



Veamos.



Si van a jactarse de hacer Justicia Social bajo el principio peronista, es confuso ver niños que lloran de hambre. Nada más primario, nada más básico, nada más justo.



Si se alaban a sí mismos con cantos de libertad de expresión, no echen ni espíen a periodistas que se animan a contradecirlos.



Si van a crear Centros Culturales con el nombre del ex Presidente, tengan en cuenta, por ejemplo, que Argentina ha parido a uno de los más reconocidos y codiciados escritores de la Historia Universal: Jorge Luis Borges.



Si van a aplaudir los triunfos de Venezuela, avalan tener presos políticos.



Si levantan las banderas de la igualdad cubana, quiero creer que han recorrido las calles pobres de la Habana, oyeron los pedidos de su gente y contemplaron su miseria.



Si van a generar antipatía con las grandes corporaciones y marcas internacionales, no manejen autos importados ni compren carteras francesas.



Si son nacionalistas no inviertan en casas de Miami y cierren sus cuentas bancarias en Suiza.



Si van a glorificarse por sus logros en Derechos Humanos, cuenten pobre por pobre, expliquen la falta de importación de medicamentos y encuentren a las adolescentes “robadas” para trata.



Si van a crucificar el “voto útil” de los demás, expliquen su voto al candidato oficial que tanto criticaron.



Si van a sonreír al hablar de cultura, regalen más libros, fomenten la cultura del trabajo y reconozcan la grandeza de los artistas que piensan distinto.



Si van a dar cátedra de justicia, terminen con el juego de ajedrez entre jueces y fiscales.



Si van a criticar a Sarmiento a través de un dibujo animado en Paka Paka, recorran escuelas públicas, controlen el uso de las computadoras que regalaron y detallen cuántas maestras ya no aman sus aulas.



Si van a acusar de corrupción a un opositor, limpien sus departamentos, sus hoteles, sus papeles, sus quintas, sus declaraciones juradas, sus inversiones y a sus amigos.



Si van a agraviar a empresarios y millonarios, dejen de comprar empresas y adueñarse de tierras.



Si van a enfatizar sobre la privatización de las empresas, recuérdenos quiénes la apoyaron y aplaudieron antes.



Si van a seguir midiendo todo por izquierda o derecha, entreguen las brújulas de su modelo.



Si van a denostar a los opositores por el conocimiento del territorio argentino, aterricen sus helicópteros y aviones.



Si van a apostar por la industria nacional, eliminen retenciones a los que producen el país.



Si van a hacerse eco de la lucha contra el terrorismo, aclaren AMIA.



Si van a citar al Papa, confiesen la sordera mientras era Bergoglio.



Si van a gobernar con “fe, esperanza y deporte”, además, recuerden impedir que entre droga y hacer cumplir condenas.



Si van a crear centros de atención médica, recuerden llenarlos de insumos y personal para que funcionen luego de la foto.



Si van a hacer Cadenas Nacionales para inaugurar un monumento, agreguen alguna para explicar el fraude tucumano y la inundación de la provincia de Buenos Aires.



Si van a armar una batalla contra un monopolio de medios, dejen de comprar medios.



Si van a criticar al millonario que se dedicó a la política, no se hagan millonarios con la política.





Jamás deberíamos glorificarnos a nosotros mismos bajo la imparcialidad de la verdad. Principalmente porque toda mitad de verdad sugiere mitad de mentira. Abraham Lincoln dijo: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.



Este Gobierno no has bloqueado porque se ha adueñado de una ficción que ha sabido narrar. Ha vestido su gran virtud del mayor de sus defectos.



Quien no puede transformar la realidad cuenta con sólo una salida: crear la propia.



Sin ir más lejos, es pura ironía que un slogan tan directo, tan desafiante e inclusivo como el de “para todos y todas” haya hecho mal el cálculo y a algunos no nos cuente.



Es mágico cómo el sordo relato nos ha ido bloqueando.