domingo, 15 de octubre de 2017

Madre, se te ha corrido el maquillaje.



Te he visto llorar por un raspón en mi rodilla. Mi dolor es tu dolor.

Escribiste cartas con uñas recién pintadas. Palabras. Poemas. Caricias.

Contaste cuentos de madrugada. Cansada. Abatida. Despierta. Generosa.

Ahuyentaste monstruos que alimentaban mi insomnio. Con tus miedos pero sin dudas. Oscuridad. Confianza.

Corriste a abrazarme cuando una valija llevaba mi nombre. Transpirada de incertidumbre, me dejaste libre. Libre. Siempre.

Cubriste mi frío con la manta tejida por la abuela. Su sangre. Tu legado. Su historia.

Te hiciste fuerte cuando estabas quebrada. Firme. Sensible. Sostén.

Cantaste para hacerme bailar. Bailamos.

El maquillaje, mujer. El maquillaje se te ha corrido.

La vida es desgaste, espaldas que no sufren al levantar juguetes.

Madre, el rimmel marca una lágrima negra que es tu emoción por lo que he logrado.

Tus labios dejan de ser rojizos por todo lo que me has besado.

La crema sobre tus manos se esfuma por la fuerza con la que me empujas.

Las arrugas. Haber vivido. Haber sido. Ser.



Madre, se te ha corrido el maquillaje.



Ahora, estás radiante.

miércoles, 14 de junio de 2017

Había olor a Buenos Aires.

El sillón era de cuero. Un marrón oscuro que no combinaba con la alfombra. Una lámpara sentenciaba la noche y el humo del café se evaporaba. Había cierto olor a Buenos Aires. Había Buenos Aires. Mis pies, inquietos. Mis manos, entre libros, húmedas. Pidió que mi voz honre a Joyce, Kipling, Macedonio, Bioy Casares, Wilde, Stevenson y Poe.

Los pantalones arrugados en su muslo descubrían las medias. Ciego, tan despierto.

Sus manos se lucían una arriba de otra sobre un viejo y lustrado bastón. Ciego, tan despierto.

Aprobaba y desaprobaba el arte con la misma mueca. Ciego, tan despierto.

Madrugada. Había olor a Buenos Aires.

Yo seguía leyendo. El sillón, vacío. Él estaba en mi sueño.

14 de Junio, a 31 años sin Borges. Perdón. A 31 años de inmortalizarse en libros.