jueves, 24 de diciembre de 2015

Carta a Papá Noel



Querido Papá Noel:

Lamento escribirte sólo para rogar generosidad, es que aún sigo creyendo que tu magia un poco nos sana.

Me encantaría que nos traigas un piano a pilas para musicalizar abrazos, un paraguas de colores para los que viven en la calle y un triciclo para los cansados. Siento que alegrarías a muchos tristes si llegas cargado de algodones de azúcar y con valijas de Juliana Médica aliviarías algunos dolores.

Permíteme aprovechar tu caridad y pedirte zapatos de plástico para los embarrados, globos de helio para los que jamás volaron y un cuaderno de hojas blancas para los que tienen mucho por contar. Además, un pizarrón mágico para los que no se agotan al enseñar, un libro de cuentos a los insomnes y un barco pirata a los perdidos.

Sería interesante que logres traer bombitas de agua que refresquen a los que trabajan bajo el sol, cocinitas que sacien el hambre y camiones que repartan felicidad. Me gustaría un Juego de la Oca para que aprendamos avanzar, una Carrera de Mente para culturizar y un Monopoly para entender qué tan poco ricos necesitamos ser.

Si te queda espacio en el trineo, que venga cargado de globos terráqueos para que cada uno elija su destino, botes inflables que nos permitan cruzar mares conociendo otras culturas, la saga completa de Toy Story así aprendemos el valor de la amistad, disfraces que nos hagan sólo de una raza (la humana) y muñecos de superhéroes que impidan guerras.

Un álbum de figuritas para los que buscan, Legos para fortalecer casas precarias, patinetas para los aventureros y trampolines para los arriesgados. Sería maravilloso que traigas rompecabezas que entretengan al aburrido, muñecas que charlen con los solitarios, caramelos de diversos sabores para que cada uno elija el suyo (y que lo que elija esté bien), máquinas de hacer helados para repartir en el desierto y muchos boomerangs para aprender a dar y recibir.

Gracias por la magia, es nuestro deber hacerla realidad. 

En todo juguete, en todo juego, se vive la verdad.

Agus

PD: no lo digas, pero yo te he visto volar.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Piedra libre a la inocencia


Con Francisca jugamos a las escondidas cada vez que nos vemos. Su ansiedad y entusiasmo me contagian la increíble necesidad de jugar. 

Al preguntar quién cuenta primero, siempre elige ser ella. Se pone contra la pared y se transforma en una espía profesional mientras yo busco un lugar incómodo para ocultarme. Cuenta claramente hasta diez y sale a buscarme mientras grita: “Tía Agus”. Aguardo con rotundo silencio impidiendo que la risa me delate. Cuando está cerca comienzo a hacer ruidos para facilitar el desenlace y logro sorprenderla para que estalle de nervios y risas. Inmediatamente dice: “Fran, Fran”, me saca de donde estoy y se “esconde” en el mismo lugar elegido por mí. Voy hacia la pared a contar hasta diez y grito con esmero “¡Salgo!”.  Comienzo a buscarla y a los segundos pregunto en voz alta dónde estará Fran. Y ella, sin dudar un segundo, grita “Acá” y aclama ser descubierta.

¡Vaya magia la de la inocencia del niño!  

Para jugar no necesita entender todas las reglas, se ríe del contrincante y le grita “piedra libre” a la astucia adulta.