jueves, 14 de julio de 2011

Mientras el gato está encerrado

Algo de mecánica cuántica está presente en nuestras emociones.
Schrödinger propuso en su teoría un experimento en el que utilizó un sistema formado por una “caja cerrada y opaca con un gato adentro, una botella de gas venenoso, una partícula radiactiva con un 50% de probabilidades de desintegrarse en un tiempo dado y un dispositivo tal que, si la partícula se desintegra, se rompe la botella y el gato muere”.
“Mientras no abramos la caja, el sistema tiene aspectos de un gato vivo y de un gato muerto, por tanto, sólo podemos predicar sobre la potencialidad del estado final del gato y nada del propio gato. En el momento en que abramos la caja, la sola acción de observar modifica el estado del sistema tal que ahora observamos un gato vivo o un gato muerto. La física cuántica postula que la pregunta sobre la vida del gato sólo puede responderse probabilísticamente”. 
El experimento del gato de Schrödinger nos enfrenta a considerar nuestro nivel de curiosidad que se alimenta progresivamente con un conjunto de situaciones reales. Los límites de nuestra capacidad de sorpresa, el ansia por conocer las respuestas, todo lo que estamos dispuestos a ofrecer a cambio de no pecar de ignorancia, la sensación de vacío ante un resultado poco convincente, la fragilidad que enfrentamos al no encontrar soluciones.
Tener dudas es preguntarse cosas. Y esas mismas dudas cuando se saldan, si es que se puede, originan nuevos interrogantes o acunan el término de la ansiedad de conocer. Me pregunto si es más feliz el que ignora o por lo menos vive con menos preocupaciones. Al mismo tiempo, veo lo peligroso de utilizar la imaginación para dar por muerta la duda. Eso inconcluso que refleja nuestra búsqueda e intensifica la esperanza del hallazgo. 
El experimento es para nosotros la vida misma. Es no jugarse por miedo, por pereza, por conformismo o es abrirla desde la ambición, la curiosidad, la impaciencia. En todos sus excesos y en todos sus defectos. Utilizamos esos métodos para enfrentarnos a las realidades y sin pensarlo, cada día que subimos a un ascensor no sabemos con quién nos podemos encontrar.
Aquí me surge una certeza: privilegiado aquel que tenga la oportunidad. Una frase muy utilizada es “la vida es una sucesión de momentos". Yo creo que es una continua toma de decisiones. No importa cuál es el riesgo, su magnitud ni su peso, puede ser la oportunidad de saltar en paracaídas o leer un libro el domingo por la tarde. Afortunado el que pueda elegir porque tiene recursos incluso para equivocarse o la valentía necesaria para enfrentar los resultados. Afortunado el que sea dueño de esa caja repleta de elecciones por tomar.  
De esta manera, vamos despertándonos a la mañana sin darnos cuenta que en la caja hay algo que podría significar éxito o fracaso, rico o incomible, frío o ardiente. Sabemos que esa caja contiene la posibilidad de algo, la consecuencia de un acto, el resultado de una ecuación, la cura de una frustración, el paliativo de un temor.
La caja. Si la abrimos aniquilaremos la duda, permitiéndonos el alivio, la desazón, el enfado, la euforia o cualquier emoción despertada en el descubrimiento. Y si decidimos dejarla cerrada habrá un “tal vez” inagotable, quizá vivo, quizá muerto.    


*La explicación del experimento de Schrödinger se simplificó en esta publicación pero es mucho más compleja y genera más interrogantes y pruebas.  

2 comentarios:

  1. ¡Muy bueno!
    Últimamente estaba pensando en ¿Qué sucedería si el que observa la caja da por sentado alguna de las conclusiones propuestas? ¿Si ya integrase el resultado basándose en la fe, en los hechos científicos o en el conformismo como verdad y por consiguiente negase las demás?.
    ¿A caso hay una Realidad más Verdadera que la otra?
    ¿A caso hay una Mejor que la otra?

    Destapamos la caja del miedo cuando miramos debajo de la cama y nos damos cuenta de que no existen tales criaturas, o al menos no en ese momento. Esa duda deja de existir en ese instante, y con ella se va el temor. Lo mismo sucede con la felicidad, si destapamos la caja es posible que se valla junto con la duda.

    ¿y si la caja de Schrödinger es la caja de Pandora?

    Somos los ansiosos, los que despues de ver al mago corriamos a ver el video del mago que le saca la careta a los magos y aprendíamos el truquito que, con intrépida destreza, esbozaba la sonrrisa de la abuela un domingo de gnoquis.

    Tiembla Coperfield.

    Ahora bien, personalmente espero que nunca dejemos de ser lo suficientemente estúpidos para que la magia nos siga asombrando.

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  2. Excelente aporte Pablo... principalmente para ir descubriendo que todos los días se generan nuevas cajas! Gracias!!!

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