El héroe no teme la adversidad. El héroe se para al frente. El
héroe impide el sufrimiento del más débil.
Creo en la necesidad inminente de héroes cotidianos. De esos
adaptados que no sólo creen en la justicia y luchan por ella, también conocen
las reglas del juego y las respetan. De los que se despiertan y se van a
trabajar. De esos héroes. De los grandes. De la mujer que cuida niños, del
panadero que se despierta a las cuatro de la mañana, del colectivero que no
pasa semáforos en rojo, de los ingenieros que piensan soluciones, de los
médicos que sanan felices, de las maestras que se manchan las manos con tiza,
de las enfermeras que acarician al anciano, de los estudiantes que no comen por
estudiar. Grandes héroes.
Necesitamos más grandes héroes. ¿Por qué? Porque el héroe no
daña.
Y hoy, esos héroes están, calladitos y limpios. Pero
empañados por los otros, por los inadaptados que sí dañan.
Dañan la pasión de una hinchada. Dañan la inocencia de una
niña. Dañan la alegría de un recital. Dañan el amor de una madre. Dañan la
dignidad de un laburante. Dañan la verdad de la justicia. Dañan la tranquilidad
de una familia. Dañan la sonrisa de un niño.
Y el daño no es político, no es partidario, no es de
banderas ni colores. El daño es universal.
El inadaptado social es una vergüenza en sí mismo.
Transgrede porque no le interesan las reglas. Transgrede porque no le han
enseñado o no ha aprendido a reconocer al otro como par. Transgrede porque la
autoridad es corrompida. Transgrede porque no conoce otra forma de lograr lo
que desea. Transgrede porque alguien lo permite. Transgrede porque lo malo no
se paga. Transgrede porque las fronteras de las justicias son difusas.
El inadaptado es capaz de creer en su viveza y sumar mérito
por ello.
No sé ustedes. Yo estoy bastante cansada de los “vivos”. Nos
afecta y envenena. Nos lastima.
Aquí estamos, parados hinchada contra hinchada,
agrediéndonos porque nos sale bien. Aquí estamos, demostrando que no podemos
controlar la seguridad de un estadio. Aquí estamos, seduciendo a los titulares
del mundo con noticias poco felices. Aquí estamos, permitiendo que el inadaptado
sea emblema. Aquí estamos, una vez más.
A mí no me da vergüenza ser hincha de Boca. A mí no me da vergüenza
ser argentina. A mí me da pena y bronca
que esto nos defina.
Porque ante todo, yo añoro aquella época en la que todos
queríamos ser el héroe de cada juego.
Me gusto mucho esta entrada. Pienso igual que tú, el mundo necesita más héroes.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias ;)
EliminarSaludos!