jueves, 29 de diciembre de 2011

Páginas con alas


El libro recién escrito y una historia con olor a nuevo reflejados en la mesa añeja donde descansaban vasos oscuros y aguados. El cuadro de una mujer que habitaba el lugar, retratos de familiares extraños, paredes manchadas de tiempo, jarrones empolvados de recuerdos y otra foto con el rostro de la misma mujer.

Una casa rodeada de montañas heladas que, acompañadas de árboles solidarios, confundían al cielo en su reflejo hacia el lago. La tranquilidad de las ovejas era el espejo de aquel silencio ermitaño, sólo el viento fundaba la melodía y creaba un concierto natural para los oídos.

Un cansado muchacho descansaba en el sillón, sus ojos cerrados marcaban el precio de cada página. La duda estaba en su sueño, algo un poco extraño o algo demasiado cercano. Su boca sin palabras significaba ganas de callar, ya había escrito suficiente. Sobre el piso reposaban hojas profanadas por infortunios de imaginación y declaraciones lastimosas por algún pasado error.

Las hojas colmadas de puntos y comas apuñalaban la verdad, la condecoraban y la exigían. Allí había razones, había aciertos y se acumulaban torpezas. El comienzo simulaba intriga, cien hojas después aullaba desconcierto y llegando al final confiaba venganza. Pero aquellas páginas no sabían que esa venganza se había escrito en papeles que el viento atraía desde la ventana. 

jueves, 22 de diciembre de 2011

TESTAMENTO DEL MUNDO


Si el fin del mundo verdaderamente sucediera en el 2012... el mundo declara: 

Perdón por:


La excesiva producción de sidra.

Haber esperado tanto por el derecho igualitario entre géneros.

Los controles en aeropuertos que no permiten desodorantes ni encendedores.

Los hombres irrespetuosos, no saben lo que hacen.

El fernet coqueado, las fiestas sin reggaetón y las fotos después de las 2 de la mañana.

El transporte público que te dejó pagando, la inseguridad que mató hijos y el egocentrismo que repudió que pensaras diferente.

El precio del tomate, la multiplicación de los feriados y por tardar en cargar pelis en Cuevana.

Los pesimistas y cobardes que jamás lo intentarán.



Máximas:

Hay más de siete maravillas del mundo, las encontrarás cerca.

Los tsunamis y terremotos son muestra de mi enojo.

Matar no justifica el encuentro con la paz.

Chaplin lo ha enseñado: a veces, callar es bello.

La curiosidad puede matar al gato y también descubrir América.

Ha habido pocas Juanas de Arco, sólo una Madre Teresa y demasiadas Anas Bolenas.

El odio creó el Holocausto y lanzó la bomba a Hiroshima.

El amor le dio esperanza a Penélope e inspiró a Neruda.


De nada por:

Los voluntarios que cuidan, alimentan y enseñan a los más necesitados.

El fascinante arte del cine, Ryan Reynolds, Ryan Gosling, Bradley Cooper y sus pectorales.

El arte, Shakespeare, Miguel Angel, Borges, Hemingway, Mandela, Luther King, Beethoven, Walt Disney y otros genios.

El mar que nadaste de noche, la montaña que decoró el mejor paisaje y el cielo que te permitió volar.

El Barza, la NBA, los All Blacks, Roger Federer y las gigantografías de David Beckham.

Londres, París, New York, el Caribe, la vuelta al mundo y los encuentros extranjeros.

El papel, el teléfono, los libros, internet, Google, Facebook, Twitter, desde Gutenberg a Jobs.

Los brindis, el Martini, la cerveza, el mojito y el tequila.

Los optimistas y valientes que jamás dejarán de soñar.



ALGUNOS CREERÁN EN EL FIN DEL MUNDO…

PARA MÍ ES LA OPORTUNIDAD DE VIVIR MÁS INTENSAMENTE…



Gracias por este año glorioso… me duele el cuerpo de tanto bailarlo!!

Amor y paz a ustedes y sus familias


FELICES FIESTAS!!!


Con todo cariño…

Agus

martes, 6 de diciembre de 2011

Mareas


De tan sólo minutos renacen erguidas
centellas de noches que acarician y sanan.
Agua calma, agua en guerra,
paz que implora mi rabia, me recusa.
Furia que apacigua en oscuridades lejanas,
esclaviza mi osadía, la sumerge, la purifica, la trasciende.
Misterios de otro oriente
tiemblan en un abismo no olvidado, me inmortalizan.
Recorriendo mis miedos el tiempo fluye,
disimula, arrebata, no desprecia.
Gigantes olas poco añoran, pegan, duelen,
y se vuelven a ir. Sonrío.
 Ingratitud inexistente, vacía.
Gratitud del noble, del hombre.
Fantasías que no eran, aparecen,
juegan, se rehúsan a marchar.
En el azul imprevisto, bajo las mismas estrellas,
caen otras gotas, se besan sedientos deseos,
llueven nuevos y sencillos poemas. 

martes, 8 de noviembre de 2011

Con todo respeto



¿Qué esconde detrás de su apariencia? ¿Qué es tan fuerte en él que no se pueda subsanar? ¿Hasta cuando su poder impedirá pasos? ¿Cuál es la cura? ¿Y su condena?

Será la imagen que recorre tras mis vuelos, alas y amaneceres que hacen tumulto en mis entrañas. Cuentos. Lo que fue. Lo que pudo ser. Lo que será. Miles de vientos frescos que reflejan su espacio, castigan en la mente, aprisionan, empalagan.

Volar, subir, correr. Frenar. Caminar. Pensar. Súbitamente, con calma en rostros extraños, enmudecer. Disfraces que divagan en nuestra imaginación, nos arrinconan, nos oscurecen, no perdonan.

Decir que sí. Equivocarse. Decir que no. Equivocarse. Responder. Preguntar.

La vergüenza y la fragilidad. Debilidad de no poder sostenernos.


Juego. Azar, suerte, estrategia. La gloria de lograrlo o la desilusión de no intentarlo. Jugarse por el otro, por uno. No arriesgar, arriesgarlo todo. 

Culpa. Razones que sobran y no justifican.

Truenos cercanos que se escuchan a lo lejos. Música de película que ambienta la compañía de una noche. ¿Quién? ¿Será suficiente? Lo ultrajado de nuestros actos, lo invisible de nuestros secretos, lo helado de nuestro destino.

Calles mojadas de una ciudad sin horizontes, plazas solitarias de una noche de verano, peatones olvidados, símiles sin límites. Un recorrido nocturno sin faroles, sin prisa.

Conteo de segundos eternos. Años pequeños que se volaron con un soplo de canela. Años enormes que pesan. Volver. No volver. Querer. No querer. Haber aprendido lo equivocado. Haber recibido más de lo dado.

Desde montañas frías, solemnes, magníficas. Adrenalina de un salto jamás hecho, de un paisaje jamás soñado. Cerca de las nubes, flotando sobre burbujas que trascienden posibilidades. Te aferra, flotas, miras hacia abajo.

Fábulas y mitos que tu mente reposa desde la experiencia. ¿Verdad? ¿Mentira?

Fracaso, desahuciado final, respiración perdida, injustica. ¿Por qué?

Mañana, la próxima hora, el minuto que sigue. La vida aún desconocida. Futuro. ¿Seguir? ¿Probar? Contradicciones desde la no certeza, desde un minúsculo sexto sentido que acaricia lo probable. ¿Y si es? ¿Y si no es?

Drama. Infortunios, llantos desesperados, soluciones perdidas en problemas simples. Soluciones difusas en problemas inmensos.

Miedo.

A veces como una niña que añora su diminuta luz de noche. A veces como una mujer que crece en tiempos pasajeros.

Miedo, si no impides mi gozo, sólo serás un fantasma al que, cuando yo era pequeña, le había encontrado un nombre imaginario.   

lunes, 24 de octubre de 2011

Las cuatro de la mañana


Un roce tenue de apariencias que no mueren. Un sonido inesperado saluda desde un destello de luz. Han sido minutos de ojos cerrados, un profundo y solemne sueño que despierta en voces nada extrañas.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y completa.  

La ventana se cierra con el natural viento. El silencio del simple paisaje arrincona los placeres, los acobija, los guarda. El reloj se adormece, el tumulto de las sábanas despoja temores y aquellos labios son viejos conocidos.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y arde.

No existen misterios para la liviandad de palabras, no hay enojos ni promesas injustas. Aquella seca flor colorea lo sepia, el primer tacto aún late, las miradas se ciegan. Untado sobre un termómetro confundido los grados vierten deseo, se apaciguan, sorprenden, recuerdan.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y no lastima.

Lentamente me entiende. La lejanía no logró forzarlo extraño, el tiempo lo coronó en todo lo que quema. Fuego. Fugacidad eterna, bella contradicción. Lágrimas jamás derrochadas, poesías implícitas.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y no miente.

Se han derretido los hielos, los vasos viven medio llenos. Algo impidió vaciarlos. Las pausas dejan de ser incómodas porque no han aparecido. Fluye, así como el río aligera su encuentro con el mar. Corrientes de furiosas aguas que se apaciguan paulatinamente.

Vuelve. Vuelve. Vuelve y son las cuatro de la mañana.

Suena. Arde. La piel no ha cambiado. Llama. Cede. Las excusas aún no han nacido.  

martes, 4 de octubre de 2011

Ella no lo sabía


Ella buscaba en su pasado un millar de historias que colmaran la simpatía de sus horas. Había detrás un sediento oasis que aparecía en la oscuridad y en la tiniebla adoraba su espanto. Ella tenía ojos cristalinos, tan cristalinos que helaban encuentros para fundirlos eternos. Siempre fue ama de sus injusticias, derrotó vagabundos, se pareció a la princesa del cuento y se adueñó del capítulo final.

Ella existía porque en el hurto desesperado de sueños conseguía cubrir huecos de lujuria. Frente a ella se sostuvo una efímera grieta que el tiempo decidió saltar. Bebía ardientes sorbos de café que hipnotizaban sus ilusiones, mantenían sus alertas y fundían sus placeres.

Ella creía. La estirpe de su belleza aclamaba cínicas miradas, pretendía transparencia, vacilaba su firmeza. Comprendía que los juegos engañosos apuntaban sus delirios y las atrayentes magnolias irrumpían su paso. Podía volverse ilusa, decidió acentuar el dogma de su propia ficción.

Ella se sonrojaba en las incomodidades y sutilmente  se refugiaba en su alucinación. Su aclamada osadía ya no corría por sus venas, los misterios existían sólo por segundos, su ímpetu se reflejaba en pensamientos. Su historia no le pertenecía.

Ella sentía que su piel aún no había demostrado el temblor ni había acompañado labios rociados de otras mieles. Caminaba por senderos europeos que ambientaban sus canciones más elogiadas. Por momentos sentía que el Sena murmuraba en sus oídos pero en cada naufragio aquella góndola la perpetuaba en Venecia.

Ella se perdía entre murales líricos. Ella no lo percibía. Sólo los últimos versos lo sabían con precisión. Aquel soberbio poema, alguna noche, volvería a escribirse pensando en ella.  

lunes, 12 de septiembre de 2011

Algunos derechos y casi obligaciones



Deslúmbrate, hay milagros casi imperceptibles.  Déjate pintar, los colores trascienden emociones. Sonríe a un desconocido, hay deleite en ese encuentro. Lúcete en ternura, alguien espera tu íntima compañía.

Siéntate a esperar, llegará cuando la esperanza esté desapareciendo. Desordena tus cosas, ordenarlas te hará hallar algo que parecía perdido. Confía en el mar, nadarás con delfines. Canta, desafinar no te hace menos glorioso.

Fúndete en un abrazo sincero, es un fuego que parece quemar. Fotografía una mirada, son fotos para el alma. Lee, serás inalcanzable. 

Di lo que sientas, el murmullo confunde. Sé frío para pensar en desafíos, sé emocional para gozarlos. Hazte valiente, la altura que te hace temblar te dará aire. Ayuda, siempre habrá alguien que necesitará más que vos.

Comparte historias, contagiarás imaginación. Pisa baldosas movedizas, no hay más que una caída. Ríe a carcajadas, es el virus menos doloroso.  Deja de mirar, admira.

Da, es el don más brillante.  Honra lo aprendido, es el bien más rico, el más cotizado.
Comparte lo que sabes, no habrá motivo para guardarlo. Cuida a tus amigos, te cuidarán sin dudas.

Anímate a seducir, eres encantador. Rompe reglas, no lastimes en el intento. Tiéntate de placeres, aliviarán tus vacíos. Protege a los débiles, te enseñarán su fuerza. Agradece a tus padres, te han amado sin pedir algo a cambio. Señala el norte a un perdido, hay brújulas muy desparejas.

Perfuma tu cuerpo, serás amado. Cumple tus promesas, las reglas también te hacen libre.
Confúndete en la sabiduría, la ignorancia es demasiado simple. Escala montañas nevadas, verás paisajes cristalinos.

Libérate, el viento no ahorra tiempo. Llénate de fotos, serán tu viaje más preciado por el tiempo.Implora perdón, jamás te hará más débil. Influye en la paz, las guerras fueron de otros siglos.

Detente en los detalles, con ellos se ha hecho arte. Aprovecha la primavera, hay mariposas que sobreviven sólo un día.

Cocina sin pretensiones, crearás sabores exquisitos. Sé silencioso,  será el comienzo de bellas palabras.Aduéñate de la luna, hay noches espléndidas.  Descúbrete en canciones, hay melodías hechas sólo para vos.

Besa, la vergüenza es sólo el comienzo. Vuelve, la lejanía es una aventura. Huye cuando algo no te pertenezca. Cree en la magia, dejarse sorprender te mantendrá  despierto. Duerme, el amanecer traerá café caliente.   

Libérate, te animarás a mostrar lo que verdaderamente sientes. Pide ayuda, no estás solo. 

Recuerda, añorar  es un halago al pasado. Sueña, el futuro es el empuje de la buena ambición. Vive, la oportunidad se mide en latidos.

Sé niño, cada vez que puedas. Sé adulto, cada vez que lo necesites. Sé tú mismo, cada vez que respires. 

jueves, 8 de septiembre de 2011

El no sentido del sentido



Para el suicida será el fin, un vacío oportuno en la calma de una noche solitaria. Para el niño será una aventura en bicicleta, una escultura de barro que se desvanece con el agua, un barco de papel que naufraga en un charco natural. Para el generoso será una mano abierta y dispuesta, una entrega sin límites. Para la madre será un hijo envestido de vida. Para el mago será aquello que no vemos, aquello que sólo sucede, que sólo ilusiona. Para el carpintero será lo que sostiene, lo que guarda, lo que persiste. Para un pescador será la riqueza de una marea estremecedora. Para el sediento será un oasis, un río de líquido esperanzador. Para el rico será la ambición y el deseo que algo sacia. Para el pobre será el conformismo, la capacidad de no sentir la suerte como obra del destino. Para el que juega ruleta rusa será una chance. 

Para los débiles será un lazo que, sin romperse, nos implora calma. Para el sonriente será el optimismo frente oscuridades imposibles de aclarar. Para el melancólico será el sabor de un llanto sentido que recorre los misterios de la tristeza. Para el guerrero será la lucha, la valentía, el honor. Para los reinados será el imperio, el prestigio, la corona. Para el alpinista será la aventura, el riesgo, la adrenalina. Para los que creen será la Fe, para los que no creen será el día a día. Para los enamorados será el amor. Para el poeta será la palabra embellecida.

La vida cobra sentido cuando más sentido cobra la muerte. Cuánto más amamos lo que vivimos, más deseamos no dejarlo. La vida tiene sentido y para cada uno será un suplicio de tiempo, un encanto de oportunidades, un empujón de esperanzas, un grito de perdón. La vida es vida porque alguien vive, la muerte es muerte porque alguien muere. Con esto podremos pecar de simpleza o entender que por nuestras venas corre sangre con disímiles deseos, con contrastes en sus pausas, con sombríos en sus pensamientos, con claros en sus decisiones.  

Y no es que muchos no quieran morir, muchos temen dejar de vivir. Ahí se encuentra la lógica, la pérdida, el desgano, la desazón, el destierro. Allí donde vivimos hay un misterio del mañana que esconde sólo un fin homogéneo. Así como la vida no se termina, la muerte tampoco lo hará. Alguien más vivirá, alguien más morirá.

Nos preguntamos para qué vivimos. Nos preguntamos cuál es la razón, cuál es el motivo, qué nos piden a cambio. Pues nadie ha pedido nacer y muchos han elegido no vivir.

Muchos han vivido para escribir y han muerto en sus palabras. Muchos han dejado sus historias en pinceladas millonarias. Otros han viajado por el mundo y allí colonizaron sus deseos. Muchos han cantado hasta quedarse sin voz. A veces, con respirar alcanza. La mayoría de las veces, no es suficiente.

La belleza de la vida es más bella para el que no la sufre. La tristeza de la vida seguirá siendo tristeza para el triste. La impunidad siempre será injusta para la víctima. La vida siempre será un juego para el asesino.

El sentido de la vida se desprende de aquello por lo que estamos dispuestos a olvidar, a perdonar, a sentir. Es un paraje en un huracán, es el eco de un suspiro, es el encanto de una noche que no se quiere olvidar. Uno vive por las razones que lo hacen ser, creer, sentir, ir más allá, dejarse llevar, correr, frenar, soñar, hablar, callar, sonreír, saltar, gritar, jugar, pretender, bailar... imaginar, confiar, pensar, enseñar, aprender... volver a bailar.  

En fin, ¿qué valor tiene mi vida? ¿La misma que la tuya? ¿Por qué? ¿Cuándo decido entregar mis latidos por los latidos de otro? ¿Qué hay de la vida sin mí? ¿Quién llega después de mi partida? ¿Quién me espera? ¿Quién decide? ¿Para qué vivo? ¿Para quién vivo? ¿Vivo?

El sentido de la vida no sé si tiene sentido, sólo creo que es una incógnita puesta al descubierto al hallar cuál es el deseo interior por el que cada uno no quiere ni espera morir.

Palabras envueltas en tintas





domingo, 28 de agosto de 2011

Simplemente


La fragancia de lo que aún no ha sido. La demencia del que lo cree posible. La sutileza del tiempo. La delicadeza del cariño. La imaginación en la magia. El despilfarro del aludido. El sentido del sin sentido. Las horas que pasaron. Los minutos que quedan. Los segundos que sobran. Lo inesperado del desquiciado. La bondad del carenciado. La falsedad en la práctica. La maravilla del arte. La insuficiencia de la palabra. Lo atroz de la guerra. Lo improbable de la paz. La constancia del decidido. La admiración de lo increíble. Lo dulce de los labios. El aplauso de lo encontrado. La decepción de lo perdido. El temor a lo desconocido. El misterio del futuro. Los quizás de cada día. La sinceridad del transparente. El ánimo del feliz. El canto del libre. El cansancio del esclavo.  La compañía de la soledad. Los silencios necesarios. Los vacíos desperdiciados. Los llenos desprolijos. Lo lineal de la razón. La solemnidad del educado. La locura del sabio.  La responsabilidad del tan sólo ser. La cortesía de los generosos. Lo gris del llanto. Lo soleado de una sonrisa. El discurso de la mirada. El permiso del perdón. Lo simbólico de una mano. Lo innecesario del dolor. Lo sensible de la tristeza. El honor de las luchas. Las revelaciones del amor. La desesperación del ignorante. La mezquindad del egoísta.  La ambición de los excesos.  La humildad del conformismo.  El pudor del vergonzoso. La sencillez del servir. Los oscuros de la noche. Lo inconveniente del mentir. EL esmero del guerrero. La respiración de dos amantes. La esperanza del hallazgo. La ventaja del que puede. La desventaja de quien no intenta. Lo efímero de lo que somos. Lo infinito de lo que no sabemos. Lo valiente de la prueba. La herida eterna. La cura sorpresiva. Las razones del ímpetu. Los latidos del sentir. Las consecuencias del callar. Lo peligroso del decir. Lo imperioso del tener. La grandeza del dar. La valentía del pedir. Las injusticias de los vaivenes. La grandilocuencia del cielo. Lo recóndito del mar. Las caricias del recuerdo. Lo difícil del olvido. Lo valioso del agradecimiento. La majestuosidad del perdón.  O simplemente, la vida.  


lunes, 15 de agosto de 2011

La inexistencia de la valija vacía

Había armado mi valija. Un empujón de tiempo no me dejaba escapar. Cerrarla y volverla abrir. Olvidar. ¿Qué olvidar? Dejar. ¿Qué dejar? Llevar. ¿Qué llevar? Apretada, agotada, completa, excitada. Fácil de cargar. Difícil de cargar.

Esa valija se subía a un avión y se bajaba. Pretendía ser compañía. Pretendía ser un bien preciado que llevaría como tesoro, que cuidaría con esmero. De cuero, de tela, de colores vivaces, de colores oscuros. Dependía el lugar. Al llegar a destino se agrandaba. Parecía llenarse los bolsillos de recuerdos. Parecía traerse un objeto preciado que jamás pertenecería a ningún viajero.

La valija cargaba sospechas. Poco transparente y algo soñadora. Llevaba consigo un par de prendas de varios roperos viejos. Había dejado aquello que parecía no necesitar. Se acomodaba fácilmente y viajaba sin pagar pasajes. Corría entre multitudes para no ser capturada por el tiempo y descansaba en los paisajes más alucinantes para autoproclamarse poesía.

Esa valija se robaba la atención de muchas manos y convencía al indeciso de no ir. Su mayor riesgo fue nunca más volver. Su mayor virtud, intentarlo con osadía. Maldita valija que tantas veces hizo dudar. Seducía por su magia desmesurada y se acurrucaba en camas extrañas, bajo cielos extranjeros. Guardaba un puñado de esperanza en cada bandera y soslayaba su bronca de no pertenecer.

Aquella valija contaba historias desde el silencio y procuraba descender trayendo algo a cambio. Sonreía a pesar de las molestias del clima. Vacilaba en largas esperas. Corría cuando la paciencia se agotaba. Componía canciones en melodías de extraños. Frenaba en el impulso equivocado. Viajaba honrando su responsabilidad.

Esa valija vacilaba en su hermetismo. A veces perdía lo que iba a buscar. Otras veces se hallaba en pantanos que ensuciaban. Nunca quiso y nunca pudo convertirse en huérfana. Fue siempre sierva, fue siempre mártir, fue siempre esclava.

Aquella valija aparentaba ser dorada hasta desgastarse en ausencias, hasta rejuvenecer en presencias. Conoció mares impuros, salados y furiosos. Paseó por senderos luminosos, por ríos románticos, por atardeceres pintados a mano. Agobiada de ir, decidió volver. Cansada del arraigo, volvió a irse. Su escapatoria siempre fue no escapar. Su remedio fue jamás paralizarse. Su placer fue acompañar. Su pecado fue pesar demasiado. Su deseo fue llenarse de experiencias. Su legado fueron páginas de historias.

Aquella valija nunca pudo estar desocupada. Sólo un paso simbolizaba el fin de ese vacío.  

Esa misma valija hoy reposa sobre los pies de mi cama. Cada noche duermo sabiendo que al despertar estará allí: fiel, firme, expectante. Estará suplicando ser alivianada o pidiendo disculpas por ser una molestia. Sólo yo podré cambiar su destino invitándola a viajar, invitándola a no detenerse por lo que ya no puede cargar. 

martes, 2 de agosto de 2011

Algo más que un abrir y cerrar de ojos

Una gota que cae lentamente sobre una verde hoja, un zumbido de un labio temeroso, un fuerte relámpago que ilumina un beso, una llave que abre por primera vez una puerta, un paisaje que no volviste  a ver, la primera palabra de un niño, el sonido casi imperceptible de un pincel sobre el lienzo, el comienzo de la canción que te define, la vuelta de página del libro que leerás mil veces, la última mirada de aquel que amas, una caricia de la abuela que ya se fue, un pestañeo que revela un rostro, un escondite descubierto, el ruido de una moneda que acaba de caer, una sonrisa callejera.

Instantes.   

¿Podrán esos segundos ser algo más que una medida de tiempo? ¿Cuánto debe durar algo para significar mucho más? ¿Cuál es el límite para establecer lo mucho o lo poco?

Si un NO podría impedir una guerra ¿cuánto tardamos en pronunciar la palabra NO?

Si un SI puede convertirnos en culpables ¿cuánto tardamos en pronunciar la palabra SI?

Si decides detener el reloj ahora mismo, sentirás una cámara lenta que te arrincona frente a un espejo, un mirada subjetiva que te libera… allí naces mil veces, es un sentido opuesto a la rapidez con la que vives y un semejante reflejo de aquello que permanece sin importar su duración. Llegar tarde, estar temprano, un café demasiado ardiente o un poco más frío, un suspiro más, un latido menos. Caminar dos pasos, dar la mano, callar con un beso. Sonreír a pesar de todo, caer torpemente, oler las medialunas recién horneadas. Cortar una flor, entregar aquella flor. Romper un papel, empezar a escribir. Nacer en un instante. Morir en un instante.   

¿Qué valor tiene un simple movimiento que nos condena hacia la derecha o hacia la izquierda? ¿Cuánto dura un sorbo de agua en desaparecer? ¿Cuánto tiempo pasa entre el tacto de mano en mano de un aplauso? ¿Cuántos segundos figuran entre estar dormido y amanecer? ¿Cuánto perdura una lágrima saliendo del lagrimal?

Hay en nuestro inconsciente un infinito número de instantes que trascienden y van generando algo más grande que ellos mismos, pero no por eso más valiosos. Cada vez que viajo, más allá de una fría y congelada fotografía, al encontrar un paisaje asombroso (ya sea por lo simple, lo grandioso o lo significativo) intento abrir y cerrar los ojos, como si fuese una foto natural. Ahí queda, en mi retina, en segundos que se detendrán en mi memoria y sólo compartiré conmigo misma. Son admiraciones sencillas que reflejan lo grandilocuente de su sentido. ¿Por qué? Porque sobreviven.

Es un destello de noche que espera un destello de día. Es un mínimo eco que espera la afonía. Es una espontánea mímica que espera quietud.  Es una herida recién abierta que espera sanar. Es el primero de los acordes que generan una sinfonía. Es el primer llanto de un bebé que acaba de nacer. Es una nube en un día ventoso. Es una huella en la arena que es pisada por el mar y se va.

Son instantes. Pequeños, sublimes, pasajeros. No por eso superficiales e insignificantes. Instantes. Sólo instantes. O mucho más que eso. Instantes. Un instante, como éste, que ya acaba de pasar. 

lunes, 25 de julio de 2011

Párrafo de Carta Al Eterno

"Eterno desde antes, eterno desde ahora, eterno desde siempre. No amo tu presencia. No amo tu demencia. No amo tu decoro. No amo tu testaruda voz. Sólo remoto, sólo cercano,amo lo ilógico de los dos. Desde el primero de los tactos hasta el último de los suspiros. Desde la primera flor bañada en diciembre hasta la última mueca de un marzo sin ganas. Desde lo irónico de las comas hasta el contraste de las pausas".

Dime

Dime si mi esfuerzo se desvanece con otros desganos. Dime si he cometido el error de justificar la poca luz que nos alumbra. Dime cuál es la palabra para evidenciar mis latidos y cuánto necesitas para aclamar mi respiro. Dime si aquellas magias no fantasearon en vano. Dime que no soy ilusa, que no me encanto con demasía. Dime que detrás de los humildes se esconde la verdadera grandeza. Dime que lo simple de los diálogos podría ser indicio de leyes justas. Dime que estoy para quedarme, que la lejanía no impone riesgos. Dime que la franqueza de mi mirada es la permuta de mi alma. Dime que este frío envenena cualquier fuego. Dime que lo que creo es posible, que lo que soñamos lo obtendremos. Dime que el pobre no está temblando bajo el imperioso cielo. Dime que las guerras sanarán. Dime que las respuestas no están vacías y que mi pregunta no es pueril. Dime que este ruego interno se escucha desde el sur. Dime que aquel nuevo día traerá la risa de un niño y su juego inocente. Dime que lo injustificable no tiene sentido y que mi grito sorpresivo toma fuerza. Dime si este desvelo durará toda la vida. Dime que hay amantes que conocen el amor. Dime que hay odiados que dejarán de serlo. Dime que mi realidad no me ciega, que mi verdad no me justifica. Dime que mi sed de entendimiento se saciará con optimismo. Dime que la sabiduría del maestro bastará para la ignorancia del alumno. Dime si te he pedido demasiado. Dime si este reclamo abruma tu bondad. Dime, mi Dios, tan sólo dime. 

miércoles, 20 de julio de 2011

Lo que NO haría por mis amigas/os

  • Tirarme en paracaídas
  • Hablar de decoración un viernes a la noche
  • Subirme a un avión sin empastillarme
  • Compartir un ex sin previo permiso firmado por las partes interesadas
  • Pagarles todas las deudas
  • Comer locro o mondongo
  • Ponerme medias atigradas en pleno invierno
  • Dar cariño sin motivos
  • Ir adelante cuando tienen miedo
  • Convencerme 100% que el hombre sí llegó a la luna
  • Cambiar de opinión sólo para complacerlos
  • Manejar a menos de 50km por hora en autopista
  • Hablar por teléfono más de 1 min. Es 2011, twitteame!

TODO LO DEMÁS, ESTOY CASI SEGURA QUE LO MERECERÍAN!

Los amigos no son incondicionales, hay cosas que NO harían por nosotros.

Y eso nos exige cuidarlos, respetarlos e invitarlos a contradecirte, aplaudirte, consentirte, retarte, agradecerte, pedirte, entristecerte, frenarte, empujarte, alegrarte.

Y cuando recibas alguna de esas invitaciones, el “gracias” quedará chico porque para alguien serás un gran amigo y eso siempre enriquecerá tu vida. 

jueves, 14 de julio de 2011

Mientras el gato está encerrado

Algo de mecánica cuántica está presente en nuestras emociones.
Schrödinger propuso en su teoría un experimento en el que utilizó un sistema formado por una “caja cerrada y opaca con un gato adentro, una botella de gas venenoso, una partícula radiactiva con un 50% de probabilidades de desintegrarse en un tiempo dado y un dispositivo tal que, si la partícula se desintegra, se rompe la botella y el gato muere”.
“Mientras no abramos la caja, el sistema tiene aspectos de un gato vivo y de un gato muerto, por tanto, sólo podemos predicar sobre la potencialidad del estado final del gato y nada del propio gato. En el momento en que abramos la caja, la sola acción de observar modifica el estado del sistema tal que ahora observamos un gato vivo o un gato muerto. La física cuántica postula que la pregunta sobre la vida del gato sólo puede responderse probabilísticamente”. 
El experimento del gato de Schrödinger nos enfrenta a considerar nuestro nivel de curiosidad que se alimenta progresivamente con un conjunto de situaciones reales. Los límites de nuestra capacidad de sorpresa, el ansia por conocer las respuestas, todo lo que estamos dispuestos a ofrecer a cambio de no pecar de ignorancia, la sensación de vacío ante un resultado poco convincente, la fragilidad que enfrentamos al no encontrar soluciones.
Tener dudas es preguntarse cosas. Y esas mismas dudas cuando se saldan, si es que se puede, originan nuevos interrogantes o acunan el término de la ansiedad de conocer. Me pregunto si es más feliz el que ignora o por lo menos vive con menos preocupaciones. Al mismo tiempo, veo lo peligroso de utilizar la imaginación para dar por muerta la duda. Eso inconcluso que refleja nuestra búsqueda e intensifica la esperanza del hallazgo. 
El experimento es para nosotros la vida misma. Es no jugarse por miedo, por pereza, por conformismo o es abrirla desde la ambición, la curiosidad, la impaciencia. En todos sus excesos y en todos sus defectos. Utilizamos esos métodos para enfrentarnos a las realidades y sin pensarlo, cada día que subimos a un ascensor no sabemos con quién nos podemos encontrar.
Aquí me surge una certeza: privilegiado aquel que tenga la oportunidad. Una frase muy utilizada es “la vida es una sucesión de momentos". Yo creo que es una continua toma de decisiones. No importa cuál es el riesgo, su magnitud ni su peso, puede ser la oportunidad de saltar en paracaídas o leer un libro el domingo por la tarde. Afortunado el que pueda elegir porque tiene recursos incluso para equivocarse o la valentía necesaria para enfrentar los resultados. Afortunado el que sea dueño de esa caja repleta de elecciones por tomar.  
De esta manera, vamos despertándonos a la mañana sin darnos cuenta que en la caja hay algo que podría significar éxito o fracaso, rico o incomible, frío o ardiente. Sabemos que esa caja contiene la posibilidad de algo, la consecuencia de un acto, el resultado de una ecuación, la cura de una frustración, el paliativo de un temor.
La caja. Si la abrimos aniquilaremos la duda, permitiéndonos el alivio, la desazón, el enfado, la euforia o cualquier emoción despertada en el descubrimiento. Y si decidimos dejarla cerrada habrá un “tal vez” inagotable, quizá vivo, quizá muerto.    


*La explicación del experimento de Schrödinger se simplificó en esta publicación pero es mucho más compleja y genera más interrogantes y pruebas.  

miércoles, 11 de mayo de 2011

Me descubre

Contundente es esta noche que despacio me despierta. Latente, confiada, leal. Algo perspicaz con mi seguridad, algo inminente con mi deseo. Frágil es aquel engaño sobre esta promesa, frágil mi lágrima repetida ante la cura del desprecio. Generosa es mi osadía frente a la permuta de mi silencio, sagaz es mi locura frente a la coherencia de otros mundos. Una música suave alimenta el compás de mis delirios y peca de compañía en medio de un solemne encuentro.

Sugerentes las fragancias que derrochan recuerdos y me coronan fervorosa. Tenue es la luz que sonríe mientras camino hacia un ardiente café que aclama palabras. Un sencillo respirar que acomoda mis sentidos y vuelvo donde jamás creí haber estado. Mis labios se estremecen, se unen lentamente, se aman. Como un rocío imprevisto, como una nube en medio de un cielo despejado. Calma, sedienta, sincera, transparente. Durante un desconocido transitar donde mis pies ya no tiemblan, mis manos ya no dudan, mis ojos lo descubren, mis oídos se empalagan.

Decente, verdadero, cordial. Un anochecer que ya ha sido, un oscuro inspirador, una profunda debilidad. Un poco de lo que soy en un tumulto de lo que aún no he sido. Encendiendo una íntima madrugada donde nada temo, donde todo busco, donde todo soy. Desnudándome me comprendo, me aliviano, me creo. Surge como brisa, no se esfuma, perdura. Se desliza por mis venas, me inspira, me encanta, me vacía, me entiende, me sonríe.

Compleja, intensa, latente.  Jala con extremo vigor y no me deja escapar. No quiero escapar. Nace, renace, complace desolaciones, me enmudece, me halaga. Delicada, dúctil, pura. Sin ensayos, sin errores.

Aquí, donde mis ojos descansan, donde mis histerias se acaban, donde mi timidez se distancia. Aquí, la tranquilidad se apodera de mis inquietudes, las olvida, las libera. Algo me relaja, me permite, me complace, me completa, me sincera, me tolera. Aquí, el anhelo me concede la valentía para susurrar aquello que, hasta hoy, no hallaba su infalible melodía. 

lunes, 2 de mayo de 2011

Un encuentro cotidiano

Comencemos con lo que creo que es una obviedad: Vivir con uno mismo no sólo es inevitable sino que también durará toda la vida.

Habrá días en los que deberás tenerte piedad, saciar las culpas y permitirte la equivocación. Al instante serás cruel con vos mismo y te enfrentarás a una guerra interna en la que el lastimado no sangra. Es así, me hablaré a mí misma en medio de la noche en un diálogo intenso con mi otra yo (que en realidad sigo siendo yo). El conflicto se crea cuando te empalagas de vos mismo, ¿qué sigue? ¿Escaparte? ¿De quién? ¿Cómo? ¿Dónde?

Te creerás conocer pero te sorprenderás de algo que jamás hiciste, de aquello que nunca quisiste hacer y lo hiciste, de todo lo que soñaste ser y no fuiste, de aquello que parecía lejano y sin embargo te descubre.  De repente, sabrás que eres la dueña de las decisiones y eso, por momentos, te irrita. Porque tener el control de nuestra propia vida es magnífico pero al mismo tiempo es desgastante: te transformas en víctima y culpable al mismo tiempo.

No hay demasiadas reglas ni manuales estrictos. Existirán los días en los que desees que tu cuerpo y tu mente viajen lejos y triunfen sin vos. Bueno, eso no es posible. Y no es una cuestión de soledad, puede ser cuestión de compañía. Una asociación introspectiva, que parecerá delirante desde afuera y que sorprenderá en su lucha entre hecho y pensamiento. En el encuentro con uno mismo las sombras son más densas y marcadas y también los problemas se vuelven más claros y decisivos. 

Entonces, no queda más que comenzar a entenderse, pensarse, defenderse, culparse, quererse y aborrecerse. Somos dueños de cada cuota de pensamiento, de cada silencio que algo esconde, de aquello que sólo la almohada escucha, de cada palabra que no se dice y de todas las escenas que no se muestran.

Y así viviremos, cada uno con uno mismo. A veces valdrá la pena, otras tantas el diálogo te parecerá aburrido y delirante. Pero hay algo muy cierto en todo esto: escapar no está en los planes. 

jueves, 28 de abril de 2011

Alguien

En este preciso momento, en algún lugar del mundo alguien…
… sonríe para calmar dolores.
… se esconde de la oscuridad.
… juega con inocencia.
... suplica perdón.
… guarda un secreto.
… baila sin cansancio.
… está pensando en otro.
… está entregando amor.
… tiene los ojos abiertos.
… tiene los ojos cerrados.
… ha sido atrapado.
… está pidiendo otra oportunidad.
… está ganando.
… está perdiendo.
… no sabe quién soy. 

martes, 5 de abril de 2011

Párrafo de Carta Al Insomnio

"Recorren sobre el plástico ruidoso los quince minutos para las dos de la mañana. Me había recostado para frenar tu urgencia, pero el parpadeo de mis ojos es tu vicio existencial. Las sábanas son viejas amigas con las que ya no comparto pero aún converso. Y mi almohada pequeña es la confianza eterna de mis pensamientos y la confidente de mis muros de arrepentimiento. Me cubre ahora un insólito silencio que lo renuevas sólido y repetido. Me descubro en tu presencia, me hallo en tu compañía y te tornas mi más cercano parentesco."

lunes, 28 de marzo de 2011

Lo que empuja para atrás

Escrito para el Libro del Centenario de Cnel. H. Lagos, el pueblo que me vio nacer - Dedicado a mi abuela Chicha.   


El silencio invadía las calles sobrevoladas de pájaros amigos. Un caminar directo, corto y preciso te llevaba a un lugar conocido, placentero. Los recuerdos comenzaban a forzarse, creando imágenes inolvidables para cualquier retina. Minutos de gloria en la simpleza de un inocente juego, una corrida que duraba años en sólo dos segundos. Sólo una pequeña reseña de un gran cuento. 

Aquel día, la cocina sabía a domingo, limpio, suave, cercano, como si mis pies aún estuvieran allí. En el patio trasero había un rosal florecido que yo temía y un caminito de piedras que marcaba un destino añorado. El sol marcaba un rayo fugaz entre dos nubes de terciopelo, el cielo celeste era trasfondo de una mirada lejana hacia arriba, donde un paisaje pequeño se transformaba en mi forma y en mis hábitos.

Ella acostumbraba a sonreír al verme, a tomar mis regordetas manos y acariciarlas para darme la bienvenida. Su mundo estaba rodeado de fuego intenso, de fuego calmo. Saciaba los vacíos con condimentos algo extraños, que evoco en la copia pero no alcanzo descifrar con precisión. Así, mientras los minutos se acariciaban de paz, ella amasaba persistente para encontrar un punto exacto, realzar su magia y permitirla soportar cualquier tipo de inocencia. De a poco el olor parecía más penetrante y decidido, sublime, único, excéntrico, casi soberbio. Todo se volvía de colores, siendo capaz de soslayar cualquier momento gris. Su firmeza era su más lógico destino, coronando su entrega, generando talento, facilitando sus gracias, permitiéndonos jugar a ser otros, dejándonos gritar en el profundo descanso. Un par de manos sencillas que fabricaban complejidad y que volvían el envoltorio de una siesta sin cansancio, sin negativas. Un tejido que cubría cualquier herida, que protegía cualquier dolor.

Ella vivía frente a las vías, donde pasaba el tren para dejar su ruido de vez cuando. Una calle de tierra era el eterno desvío para terminar con lo aburrido y volverse niño por enésima vez. Allí los bancos sembraban alguna espera de antaño, un viaje terminado, un camino recién empezado, una enamorada eterna, un hombre desesperado o tal vez, sólo un lugar donde reposar un pensamiento. Detrás de la sencillez de la casa de la estación había un sinfín de historias con protagonistas extraños para mi, extraño para muchos. Estaba rodeada de piedras que recorrían el andén, figuras de arena que se entonaban con huellas de bicicletas, huellas que marcaban el indicio perfecto de un niño acostumbrado a la libertad. Esa imagen flotaba en mis ojos debajo de un horizonte pintado a mano, con una rústica alfombra verde que mis pies mimaban sin desprecio.

Las tardes parecían no terminar jamás, eran un efímero instante para el mundo, pero un perenne momento para el mío. Porque allí, no había desprecios, no había injusticias, no había esclavitudes, no había miedos, no había barreras, no existían las alturas imposibles de escalar. Allí no había gritos ni desesperaciones, no sentías lejanía ni vacíos. Allí se comenzaba un juego cristalino, ingenuo y cuando terminaba, todos sabíamos que al día siguiente se volvía a jugar. Allí los escondites no eran para culpables, eran para traviesos. En aquel sitio, en aquel momento, las risas no necesitaban justificaciones, los amigos imaginarios eran fieles, las peleas se olvidaban con franqueza, las visitas se transformaban en compañeros de aventuras. Allí, cada historia recién comenzaba a escribirse.

Y hoy, se sigue escribiendo. Con otras tintas, con otros juegos, con diferentes calmas, seducidas por otras palabras, rodeadas de otros muros, de otra gente. Se sigue escribiendo con la misma fuerza, con el mismo esmero, con ausencias, como la de ella. Se siguen escribiendo en un trasfondo donde la memoria renace cuando un poder desmesurado nos conserva en el tiempo, nos empuja para atrás con un mágico encuentro que no podemos tocar ni oler, ni siquiera podemos volver a ver. Y sin embargo, es esa misma magia que nos transporta a ese mismo lugar, rodeado de esa misma gente y nos conduce, lentamente, a revivirlo y sentirlo todo. Porque uno sabe cuáles son aquellas cosas que, cada vez que volvemos al pueblo, nos hacen sentir que “volvemos a casa”.


martes, 22 de marzo de 2011

Súplicas


Que se marche el indeciso para despojar las dudas. 
Que lloren los dolidos para dar lugar a nuevos horizontes. 
Que florezcan los amores perdidos. 
Que se unan los contrarios para salir victoriosos. 
Que amen los que odian para salvar a los odiados. 
Que la venganza sea terreno de juegos limpios. 
Que la rueda de la fortuna no sea cuestión de azar. 
Que haya sonrisas fuera de los circos. 
Que vuelvan los que se fueron y contagien lo que fueron a buscar. 
Que lo que callo se escuche. 
Que la imaginación se vuelva costumbre. 
Que la verdad se confunda con ley. 
Que la grandeza sea de los simples. 
Que los errores sean oportunidades. 
Que lo superficial escape de lo esencial. 
Que el amor sea de todos. 
Que los deseos empujen. 
Que florezca lo marchitado para colorear paisajes. 
Que se alimente al hambriento para curar desilusiones. 
Que se pregunte sin desprolijidades para perfeccionar las respuestas. 
Que admiremos donde sólo se mira. 
Que las caricias alivien. 
Que la confusión sea precedida por la certeza. 
Que las desgracias nos detengan hacia el mal.  
Que la magia no sólo sea para niños. 
Que los enfrentamientos no tengan rivales. 
Que los inquietos seduzcan a los perezosos. 
Que confiemos en el instinto. 
Que intentemos curarnos. 
Que los vacíos se cubran de conocimiento. 
Que amanezcan los que duermen para gritar sin ignorancia.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cuando

Cuando algo no me inquiete, dejaré de intentarlo. Cuando me invada la nostalgia, sanaré con esperanzas. Cuando el deseo cese, despertaré para otro sueño. Cuando la envidia desgaste mis pensamientos, potencializaré mis virtudes. Cuando parezca que se acaba, comenzaré de nuevo. Cuando tu amor me ahogue, nadaré otro mar. Cuando mi voz murmure, gritaré con mis manos. Cuando no tenga fuerzas, caminaré despacio. Cuando me detenga la confusión, limpiaré obstáculos. Cuando fantasee en demasía, conoceré lo posible. Cuando la ilusión sea vana, creeré en la realidad. Cuando mis ojos no te vean, miraré otros cuadros. Cuando la razón se pierda, apelaré al instinto. Cuando mis manos ya no te toquen, imaginaré tu piel. Cuando todo parezca lejano, me acercaré. Cuando tenga miedo, me arriesgaré. Cuando la pregunta no tenga respuesta, me quedará la duda. Cuando pelee sin reglas, me equivocaré. Cuando venza, conoceré el éxito. Cuando pierda, aprovecharé el fracaso. Cuando la culpa se sienta, me arrepentiré. Cuando el frío te hiele, abrazaré tu piel. Cuando mi palabra ya no valga, callaré. Cuando tiemble, me refugiaré en tu mirada. Cuando me alimente de prejuicios, permaneceré alejada. Cuando volvamos a conocernos, seré lo que aún no he sido. Cuando alguien me busque, me dejaré encontrar. Cuando mi alma implore perdón, no saciaré hasta hallarlo. Cuando sonría, contagiaré felicidad. Cuando puedas conocerme, me entenderás. Cuando sepas que estoy cerca, no te marcharás.  Cuando amarte sea derroche, te amaré en silencio.

martes, 1 de marzo de 2011

Un blanco colorido

Te sientas allí. Cerca, expectante, sedienta. Cierras los ojos y los vuelves a abrir, lo miras fijo, intentas imaginártelo. Tu cabeza recorre miles de segundos en un instante, viaja y se recubre de un inexplicable susurro.

Allí estás, frente a un papel blanco.

Imagino a Shakespeare con su pluma en mano esperando saber cómo comenzar a escribir y me pregunto cuál fue el impulso furtivo para la primera pincelada del Guernica.

Adrenalina pura que recorre por mis venas y me empalaga de vacíos por llenar. Al mismo tiempo me produce una sensación de ansiedad e impaciencia que hace un llamado indescriptible pero eficaz.

Parece increíble que eso sencillo y humilde  que tienes enfrente pueda convertirse en un encuentro nada efímero, sublime y prometedor. Pero es así. Como el pescador mira el mar buscando peces y como el fotógrafo espera el paisaje perfecto para plasmar el mundo.

Un papel blanco no es sólo un blanco papel. Es un futuro cuadro en un museo, un increíble libro que trasciende el tiempo, un ensayo de prueba y error, una fórmula que salvará vidas, un secreto que se conocerá, una carta de un amor imposible, el primer dibujo de un niño, la ilusión de un escritor, una historia de periodistas, un número de teléfono importante, la compañía de un ramo de flores, la redacción de una publicidad inolvidable, las crónicas de un viajero, el ayuda memoria de un despistado, las notas de un músico inspirado, el deshago de una solitaria noche, el guión de una gran película, el discurso de un héroe, un poema que se hace canción.

Sea lo que sea, el papel blanco siempre será la promesa de algo que aún no ha sido.  


martes, 22 de febrero de 2011

Párrafo de Carta A lo Inconcluso

Hay algo de ti que percibo, hay mucho de ti que aún no entiendo. Han sido señales que fantasean latentes y concuerdan con lo sensato de una verdad desafiante. Es un insomnio perenne en mi almohada de miel y un repentino escalofrío que nace por mis venas para sangrar sin emitir daños.

martes, 15 de febrero de 2011

Un reloj victorioso

¿Será suficiente o será demasiado?

Te detienes, pareces un guerrero con espada y escudo que intenta detener un enemigo que viene de frente. Frenas, empujas, forcejeas. Tus brazos no lo soportan y logra vencerte, una vez más.

El tiempo no pregunta, sólo avisa. No podrías sorprenderte de lo rápido que pasa porque estarías diciendo que no has vivido nada aún. Y si crees que mirar hacia atrás frena el impulso que lo lleva hacia adelante, te equivocas. El reloj no permite un agotamiento de energía, es claro: o vas junto a él o él te deja atrás.

Porque el reloj podrá ser sabio para el que sufre, despiadado para el que espera, fugaz para el apurado. El tiempo podrá ser una excusa para la vejez, una pérdida para el fracasado, un lujo para el exitoso. Podrá convertirse en un deseo para el enfermo, una búsqueda para el perdido, una oportunidad para el soñador, una habilidad para el estratega. Podrá ser la lógica de los innovadores, el descanso de un poeta, la magia de un artista, el contrincante de un atleta. Podrá reírse del desganado, empujar al necesitado, gozar de los aciertos y ser la esperanza del que cree. Para algunos será suficiente y para otros será demasiado. 

Mientras tanto, juega su juego y conviértete en su cómplice porque si no quieres que el tiempo pase, él mismo ya te ha derrotado. 

domingo, 13 de febrero de 2011

Ámame

Confíame tus temores, los sanaremos juntos. Descúbreme cada mañana, me hallarás amante. Ciégame con tus virtudes, aprenderé de ti. Despiértame en madrugadas, estaré pendiente. Muéstrame tus preocupaciones, las convertiremos en oportunidades. Sorpréndeme en las noches, admiraremos la luna. Sumérgeme en tus alegrías, me reiré contigo. Aliviáname las tristezas, combatiré las tuyas. Compárteme tus cargas, te ayudaré a llevarlas. Concédeme tu tiempo, nos adueñaremos de la vida. Llévame en tus brazos, me sujetaré con fuerza. Aférrate a mis sueños, tú estás en ellos.  

No todo

No todo lo que haga trascenderá.
No todo lo que gane será merecido ni todo lo que pierda será justo.
No todo lo que cree será sublime ni todo lo que crea será verdad.
No todo lo que escuche aliviará mis oídos.
No todo lo que conozca será inolvidable.
No todo lo que llore me lastimará ni todo lo que ría será felicidad.
No todo lo que diga será necesario.
No todo lo que espere vendrá ni todo lo que busque se encontrará.
No todo lo que escriba será leído ni todo lo que trabaje me apasionará.
No todo lo que piense será elocuente.
No todo lo que ame me amará ni todo lo que sufra será en vano.
No todo lo que entregue me hará más humilde.
No todo lo que elija será lo correcto.
No todo lo que camine me cansará ni todo lo que descanse me sacará preocupaciones.
No todo lo que ignore me hará inocente.
No todo lo que compre estará en mis manos ni todo lo que tenga será correspondido.
No todo lo que descubra me honrará exploradora.
No todo lo que me duela me hará más fuerte ni todo lo que me quiebre me volverá débil.
No todo lo que mire me impactará.
No todo lo que alimente será saciado ni todo lo que desee será cumplido.
No todo, sólo un poco.  

domingo, 6 de febrero de 2011

¿A quién?

“Te imaginaba morocha”

Más de una vez me he cruzado con personas que me han dicho: “Te imaginaba morocha”. ¿Por qué? ¿Por qué? Es cierto que en el colectivo imaginario y en una suerte de conocimiento público, ser rubia conlleva a un prejuicio equivocado.   

Un día en una charla con amigas noté que una de las más sagaces era rubia y sus comentarios comenzaron a gratificarme para sumar al hashtag en Twitter, #comentarioderubia. Algo muy rubio de mi parte, porque terminé alimentando ese mismo prejuicio. Frases como: “No soy hueca, soy materialista” - "Dale, no gastamos nada, nos chupamos y no comemos" - "Mi escritorio ya es una catarata de llanto y como consecuencia se me corre el rímel" - "Soy la reina del embutido", entre otras.

Que hay rubias ignorantes, las hay. Que hay morochas inteligentes, las hay. Pero también me permito un viceversa de todo lo anterior. Al creer que las mujeres estamos condicionadas por nuestro color de pelo y por la cantidad de kilos de tintura que tenemos arriba de nuestro cerebro, nos terminamos transformando en más básicos que “esas rubias”.

Con el “te imaginaba morocha” una no entiende si está recibiendo un cumplido o es protagonista de algún momento gracioso. A pesar de mi intento por pensarlo, capaz que sea demasiado rubia como para entenderlo.

Párrafo de Carta Al Guerrero

"Soñador de terrenos alegres, trabajador de deseos nobles, romántico de días oscuros, amante de mis labios vergonzosos, guerrero por fuerza de otro, mi eterno amigo. A ti dedico mis líneas, a ti dedico mi vida, a ti ya no te espero. No he sabido nada de tu guerra, pero en la mía me rindo sin dudas, ya me he rendido sin fuerzas. He amado tanto tu presencia que, en tu ausencia, sólo amo el recuerdo"